Por Karina Coss

A poco más de seis horas en tren y al norte de Helsinki, se encuentra Oulu, la ciudad elegida como punto de partida del Helldone on the Road, la primera parada de cuatro consecutivas que la banda finlandesa HIM ofrecería para cerrar el año viejo y comenzar el nuevo en su tierra natal, como es ya una tradición.

Tras más de 15 horas de vuelo, Helsinki nos recibió frío y húmedo pero con el color original de sus calles, de su noche. No hubo nieve que padecer mientras arrastrábamos nuestros más de 20 kilos de equipaje, pero sí una serie de callecitas que reconocer para encontrar el lugar donde descansaríamos.

Apenas y dormimos un par de horas de la madrugada del 28 de de diciembre.

Temprano, tuvimos que partir a la estación central de trenes para dirigirnos a Oulu. La red de trenes de Finlandia conecta casi todos sus puntos y con suerte te toca abordar uno de ésos con WiFi, cafeterías y lo mejor, ventanitas por donde se asoman lagos, bosques, cabañitas y un montón de paisajes hacedores de suspiros.

Llegamos antes de las 16:00 horas a nuestro destino y una chica alemana nos hizo conversación: ¡también vengo al Helldone!, nos confesó emocionada. Fue la primera de cuatro noches que la pude ver feliz y sola, disfrutando al cien, sé lo que es pasar por eso también, así. Pero esta vez tuve la fortuna de ir desde México con mi amiga Verónica y en el camino se nos han unido Eva, de España y Catalina, desde Chile.

En fin, Vero y yo apenas y aprovechamos el hotel para dejar nuestras inmensas cargas y alistarnos. Gracias al sospechoso funcionamiento del Google Maps aún cuando no hay internet, pudimos dar con el Club Teatria. El lugar se encontraba aislado, parecía una especie de bodega con láminas y la entrada no parecía entrada, sin embargo, una fila de alrededor de 8 personas nos confirmó que por ahí sería el acceso.

¡Bendita seas Oulu!, no tuvimos que estar formadas más de dos horas con el viento soplando bajo cero y en cuanto entramos pudimos colocarnos en las vallas de metal de la primera fila. Esperábamos a HIM a las 12:00 AM y apenas eran las 7:00 de la noche. Fue hasta las 8:00 que comenzó el desfile de las bandas abridoras.

La primera banda fue Odalisque, con un estilo en apariencia gótico y con voces guturales, nos entretuvo, supimos que la batería estaba a cargo del hermano menor de Linde pero su sonido para mí no terminó de enganchar, quizá porque el vocalista estuvo la mayor parte del tiempo peleando con un micrófono que se le escapaba de las manos y una falda escocesa que se le resbalaba sobre sus pantalones de piel.

Le siguió Beastmilk quienes me resultaron impecables en su sonido pero que no terminaron de encajar en el catálogo de mis gustos, muy tipo The Killers, muy “indiealternativo” para un Helldone, pensé. Sin embargo, la capacidad del vocalista para mantenerte atento de sus movimientos e interpretación sirvió para no tener que ver el reloj. Verónica los amó, valga decir.

Avanzaba el tiempo, la tercera banda fue Pertii Kurikan Nimipävät. Conformada por personas no tan jóvenes y con discapacidades de diferente tipo, tomaron el escenario de una forma divertida. Tocan punk y hablan todo el tiempo en finlandés, así que sólo adiviné que eran muy graciosos porque el público no dejaba de reír.

No tuvo que llegar la medianoche porque en punto de las 11:00 horas todo estaba preparado para que HIM hiciera su aparición estelar. Ése es el momento en que se te olvida el cansancio, el frío y el hormigueo en las piernas por estar paradas tantas horas. Adiós flexiones de rodillas, hola estiramiento de cuello, ahí viene HIM.

Oulu, Finlandia, 28 de diciembre 2013.

El Club Teatria no es precisamente pequeño y hasta donde mis ojos pudieron ver, estuvo lleno. La audiencia no parecía impaciente mientras el Staff afinaba los detalles sobre el escenario, que incluyen la instalación de unas lamparitas para que Ville Valo pueda leer no sólo el setlist, sino las letras de algunas de las canciones que más ha de olvidar .

En punto de las 23:00 horas el lugar se pintó de tonos rojos para dar paso a Gas (batería), Burton (teclado), Migé (bajo), Linde (guitarra) y Ville (voz), quienes se ubicaron en sus sitios, uno a uno, tras saludar sonrientes con las palmas en el aire a su público. Se les veía contentos, muy contentos, y ése fue el ánimo que predominó a lo largo de una noche con 19 canciones elegidas para una ocasión especial.

La sorpresa fue la inclusión de Death is in Love With Us, Poison Girl, For You e In Joy and Sorrow, estas dos últimas en versiones que crearon una atmósfera melancólica nivel para hacer llorar. Ville Valo quiso cerrar el año luciéndose, parece que su voz está alineada con sus ganas de presentarse en vivo, estuvo completo, arriesgándose a alcanzar notas de las que, a veces, da la impresión que huye.

Elegir a Buried Alive By Love para abrir el setlist fue atinado, dejó la energía al 100 por ciento para recibir la potencia de Wings of a Butterfly y ponernos a aplaudir coreográficamente con Right Here in My Arms. Kiss of Dawn fue el respiro para retomar las palmas en la nueva y bien aceptada All Lips Go Blue.

Hay que decir que en un concierto de HIM siempre llega ese momento en que el teclado de Burton hace a todos emitir alguna exclamación, las notas de Join Me in Death le impregnan hasta al más detractor de esa canción, deseos de disfrutarla con todos los demás. Así, la lista se completó con clásicos como Your Sweet 666 y cortes de su última producción como Tears on Tape. La noche, sin embargo, se la llevó For You con un toque fresco y su ritmo impecable, así como la emotiva interpretación de una In Joy and Sorrow que  llegó con unos arreglos vocales capaces de levantar cada uno de los vellitos en la piel.

No más de hora y media duró el primer concierto del Helldone on the Road, HIM se despidió con gesto satisfecho y el público no lo estaba menos. Afuera, a pesar de estar ya muy cerca de Laponia, seguía sin caer un solo copo de nieve, en cambio, tuvimos una lluvia que se congelaba apenas llegando al piso, por lo que patinar involuntariamente fue un reto que tuvimos que enfrentar.

Al final, terminamos por unirnos a la fila de fans que los esperaba apenas a unos metros de la salida para despedirlos en su tourbus. Y tuvimos suerte cuando los HIM salieron y se detuvieron por varios minutos a saludar, firmar y escuchar a quienes nos acercamos. Se tomaron su tiempo para recibir saludos y agradecimientos y corresponderlos con sonrisas, inclinaciones de cabeza, miradas atentas y palabras exactas.

No dirigimos entonces de vuelta a nuestro hotel, con una sensación de ligereza y plenitud, con sonrisas congeladas de felicidad. Dormimos menos que la noche anterior, el cansancio era nada al lado de tantas emociones y al día siguiente nos esperaba una rutina parecida, tomar el tren que nos llevaría a Seinäjoki, la segunda parada y vivir otro concierto de HIM, en su hermosa y amable Finlandia.

Seinäjoki, Finlandia, 29 de diciembre 2013.

Si algo tiene esta linda y fría ciudad es un aire de intimidad. Todo está cerca de todo, salimos de la estación de trenes y sólo hubo que cruzar una calle para dar con nuestro hotel. El lugar donde se presentaría HIM estaba a 20 minutos a pie, mismos que caminamos con nuestras tres respectivas capas de ropa para soportar el frío.

Luego de una requerida siesta vespertina, terminamos llegando tarde pero para nuestra fortuna, volvimos a alcanzar primera fila aun cuando entramos pasadas las 8:00 de la noche. Fue el mismo setlist que el día anterior pero para mí fue el mejor concierto de los cuatro.

Influyó quizá que el espacio era reducido y el escenario quedaba muy cerca de la primera fila, además no era tan alto como en las otras ocasiones. Nos colocamos al centro y nos dispusimos a pasar otra velada con HIM. Esta vez, las bandas teloneras se presentaron en dos escenarios, de manera que hubo un público más dinámico que se desplazó de un lado a otro para disfrutar de las propuestas musicales y en el intermedio, de una que otra cerveza.

Otra vez, cuando el reloj marcó las once de la noche, apareció HIM ante un recibimiento menos ruidoso pero igual de emocionado. Ville se dejó ver con un cambio de playera respecto al concierto anterior, aunque el resto de su atuendo (incluido un sueter que parece encantarle), siguió siendo el mismo.

Las canciones que tocaron fueron las mismas sin ser las mismas, quiero decir que cada entorno le da siempre a un concierto el toque que lo hace inigualable y lo que pasó en Seinäjoki fue profundo, intenso, inolvidable, me atrevo a decir que hasta cariñoso. Pareciera que tocaran ante un grupo de amigos, pareciera que no se tratara de una banda con fechas agendadas para recorrer con su música todo el mundo.

Tengo canciones menos favoritas en la lista de mi banda preferida y dos de ellas Into the Night y Posion Girl, ya me gustan, en versión Seinäjoki. Sin embargo, quiero anotar que la que siempre ha sido mi favorita en vivo se superó, cautivó e hizo arder los ojos de más de uno en esa incesante necedad por no perderte ningún detalle. Fue la última, todas las noches.

Podría escribir mil líneas sobre lo que significó para mí escuchar esto en vivo, esa noche. When Love and Death Embrace ha sido, es y será por mucho tiempo una licuadora de recuerdos, emociones y ganas de volver. A veces no los veo tocarla porque termino apretando los labios y los ojos y encogiéndome de hombros ante un cosquilleo en el estómago que me sabe a tristeza, de la bonita. Así sabe despedirse de ellos, creo.


Conservo de esa fecha los mejores recuerdos aún cuando es complicado elegir entre todas las experiencias acumuladas en este Helldone… pero apenas íbamos a la mitad. Salimos en medio de la nada, porque estábamos, de nueva cuenta, en un sitio aislado (hasta autobuses gratis para regresarte a la parte transitada había al término del concierto). Me llevé una de las tres baquetas que Gas prepara para aventar a los fans, tienen un heartagram grabado y las envuelve con un setlist atado con cinta negra, es todo en detalle (dos chicas a mi lado tomaron otra, cada una por la orilla y estuvieron más de 15 minutos sin cederla a la otra).

Tras superar las maratónicas filas de la paquetería que guardó nuestros abrigos, caminamos dispuestas a caer en cama y dormir como bebés contentos, pero en el transcurso reconocimos el autobús y decidimos hacer nuevamente una pequeña escala. No tardaron en salir, primero Migé, con quien en lo personal pude intercambiar algunas palabras y entregarle un álbum de fotos de lo que hacemos en la Ciudad de México como Heartabolikal Fan Club. Le he dicho que lo esperamos con muchas ganas y nos pudimos hacer una foto y recibir abrazos de Año Nuevo.

Después vino Ville a saludar, recibió otros obsequios que traía como una playera Blackcraft con la palma de una mano y una calavera del Día de Muertos. Estuvo con las tres por varios minutos. Yo no creía que el conocer a mi héroe de tantos años viniera a convertirmelo en un héroe todavía más admirable, fue un sueño largamente acariciado y tenerlo enfrente con esa actitud era como una escena increíble, el poder darle la mano y expresarle algunos de los pensamientos que siempre me pasaban por la cabeza cuando me tocaban tiempos difíciles era una imagen más bien difícil de aterrizar en el plano de la realidad, era casi algo que estaba resignándome a ver sólo en sueños. A veces sigo creyendo que fue un sueño.

Quería decirle que cuando estaba feliz escuchaba a HIM y me ponía más feliz y que cuando estaba triste escuchaba todo eso que crea con su música y me saboreaba mi tristeza. Quería decirle que llevo más de una década descubriendo un montón de cosas de mí, del mundo, de la música, del amor, del odio, de los anhelos, de la vida a través de lo que significan para mí. Quería contarle cómo los descubrí, platicarle de cómo, a veces, después de un día pesado venían a darme un abrazo, de cómo los odié un poco cuando me dedicaron una de sus canciones en un momento difícil de mi vida y de cómo después me dedicaron otras tantas de ellos en los momentos más lindos. Que supiera que su música ha sonado en mi cabeza cuando he caído, cuando me he levantado, cuando no he visto más que oscuridad y cuando tanta luz me ha hasta cegado.

Platicarle de cómo un día me decidí a cruzar el mundo con pretexto de ellos, decirle, en resumen, que sin saberlo, me ha acompañado todo este tiempo y que eso lo hace una de mis personas favoritas en el planeta. Ha sido una fortuna poder ver a los ojos a un importante factor inspirador en mi existencia, ha sido una fortuna estrecharle la mano, pensar que ahora lo admiro de frente, y que me han bastado unos minutos para convencerme de que un apretón de manos puede ser el «gracias» más directo al corazón.

Tampere, Finlandia, 30 de diciembre 2013

Helsinki era mi ciudad finlandesa favorita porque no conocía Tampere, su belleza es de ésas que te atrapan y te pide en cada esquina pararte a hacerle una foto. Los trayectos a bordo del tren eran cada vez menos largos, de Seinäjoki a Tampere apenas y fueron dos o tres horas, que bien sirvieron para descansar y seguir tratando de asimilar las experiencias recién vividas.

Para las últimas dos ciudades tuvimos una mejor experiencia en el tema del hospedaje, ya que nos pusimos en manos de una agencia y pudimos disfrutar de vistas maravillosas desde nuestras habitaciones y lo mejor, finalmente llegó a unírsenos Catalina, de Chile.

Nos formamos relativamente temprano y comimos una pizza sin cortar en la fila, mientras mirábamos a cada segundo si iban o no a abrir la puerta, con las bajas temperaturas da la impresión de que el tiempo corre menos rápido y lo único que deseas es estar ya dentro, con los ojos como platos.

Fue nuestra tercera noche en primera fila para Eva, Vero y yo, y la primera para Catalina que, he de confesar, me emocionó verla con su carita de “no puedo creer que voy a ver a HIM en vivo”. La víspera en compañía de estas amigas fue leve y divertida. Los teloneros tocaron de nuevo en dos escenarios, pero en esta ocasión tuvieron el detalle de ponernos una pantalla en el principal para poder saber qué es lo que pasaba en el otro.

El sitio elegido para dar el concierto en Tampere fue el Pakkahuone, un espacio amplio con ladrillos rojizos, un tanto frío. Volvimos a los escenarios altos, extrañé al Rytmikorjaamo de Seinäjoki y no solamente por sus dimensiones, sino por el acogimiento que se sentía allá.

En Tampere ya se veían más fans foráneas, un grupo de chicas con la bandera de Rusia no dejaron de agitarla toda la noche, por ejemplo, mientras que de nuestro lado se dejó lucir nuestra tricolor con la águila al centro de México y la banderita estrellada chilena de nuestra Catalina.

El concierto transcurrió con la misma lista de canciones, las pudimos apreciar desde el ángulo que nos dio estar posicionadas frente a Migé quien nos sorprendió cuando mandó un “hola”, sí, un “HOLA” en español a la distancia. El señor Ville Valo estuvo como pez en el agua y aunque, repito, yo sentí más frío esa noche, él no tuvo problema en ponerse una playera con cuello en V que parecía muy delgada y que de paso, le quedaba corta, para deleite de las que vieron ese mítico tatuaje bajo su ombligo.

Yo disfruté de verlo disfrutar, de saludar a una que otra fan en el público y de “burlarse” amigablemente de las más gritonas. Esa noche saltaron al escenario muchos artefactos desconocidos, valga decir.

Para mí, quizá por mi ubicación y mi histórica inclinación hacia el sonido del bajo, fue un placer absoluto inyectarme todo el setlist desde las pisadas de Migé.

Imaginen que toda su vida han ajustado sus dispositivos musicales para destacar el bajo y de repente, tienes a tu banda favorita ahí, a unos centímetros, a tu bajista consentido sudando y acabándose las manos frente a ti y de paso, un amplificador tamaño monstruo sobre tu nariz, de donde salen todos esos graves que te sacuden y que te dan la impresión de que es dentro de tu pecho donde se está haciendo el concierto.

Y no hace falta mencionar que aun cuando el maestro Linde era el que nos quedaba más lejos, nos alcanzó con su perfección en la guitarra y sus esporádicas visitas a pie de nuestro lado del escenario. Fue un concierto completo, ideal, con la magia de esas luces que salen de unas bolas tipo disco, de esas de espejito, que iluminan todo el lugar al ritmo de tus latidos.

La mejor parte de esa noche fue terminarla con rostros sonrientes a mi lado, rostros sonrientes conocidos de amigas que me recuerdan que no estoy sola en esta locura de treparte a aviones para volar horas y llegar a formarte en filas con personas que no hablan tu idioma y en entornos totalmente diferentes, personas que en teoría somos distintas pero que compartimos la forma en que la música de HIM nos inspira, que compartimos la idea de que los sueños se sueñan, sí, pero también se persiguen, se alcanzan.

Helsinki, Finlandia, 31 de diciembre 2013 – 01 enero 2014

Lo que pasa en el Tavastia se queda en el Tavastia. Y es que aunque quisiera narrar algo al respecto, todo se resume a que renunciamos a nuestra probable primera fila en el recinto favorito del rock helsinkinés por una noche en la que la pasamos entre amigas, divertidas, viendo todo un desfile de extravagancias.  Volvimos a tener la oportunidad de saludar a los chicos, sobre todo a Burton, y sobre todo Catalina.

(Como anotación quiero comentar lo sorpresivo y emotivo que me resultó que a la mayoría de los fans se nos ocurriera tomar el mismo tren de Tampere a Helsinki, vi varios rostros que he visto a través de Facebook, fue lindo, curioso)

Mi celebración favorita del año es cuando se acaba. El conteo regresivo que representa que se va uno y comienza otro siempre me ha emocionado, aproveché para enlistar mis deseos y metas en la mente cuando de pronto, me sorprendió el grito eufórico de todos en la última noche del Helldone, celebrando el Año Nuevo.

Apareció HIM y yo había perdido de vista a mis amigas. No estar en primera fila en un Tavastia atiborrado es una experiencia complicada, mis 1.73 de estatura son nada entre un público de gigantes, traté de avanzar y no llegué a más de la mitad de la pista, pero decidí quedarme ahí porque no había ya alguna cabeza que me obstruyera la visibilidad.

A mi lado izquierdo, mientras sonaba Buried Alive By Love, un par de amigos bebían cerveza, a mi lado derecho, una pareja se besaba mientras sonaba Kiss of Dawn, en frente, dos mujeres discutían sobre la batería de su cámara digital y atrás, una chica cantaba viendo al techo, con las manos levantadas, ida, entregada. La reconocí, era la alemana que nos saludó desde la primera noche.

Se nota que el Tavastia es uno de los escenarios consentidos de HIM y de sus fans, por allá, en las escaleras, se movían las cabelleras, por atrás, en el bar, bailaban uno que otro y al centro, continuaban los empujones.

Con Your Sweet 666, Ville, (quien se lució cambiando el suéter por un saco con motivo de la ocasión), se puso juguetón, le pasó el micrófono a sus compañeros, Migé y Ville le hicieron coros, Burton y Gas prefirieron concentrarse en lo suyo. Estaban felices, estábamos felices.

La guitarra acústica de Ville, ésa de hermoso diseño y tonos verdes, se hizo escuchar otra vez en las canciones más emotivas de la noche, mientras Linde se ganó ovaciones por sus solos y Migé dejó mojado su bajo por todo ese sudor que se resbala desde su cabello.

Mientras Gas marca el ritmo en la batería con movimientos circulares sobre su cabeza, Burton apenas y mira algo más que las teclas de su instrumento. Y se sonríen entre ellos, se dicen cosas al oído, se enseñan el dedo, juegan, se viven y yo los vivo.

Gas Lipstick, el más activo en las redes sociales, escribió un par de noches después en su Facebook que lo que había pasado en el Tavastia había sido “épico” pero yo debo corregirlo, todo lo que pasó en esta edición del Helldone fue épico.

“Hubo personas de todas partes del mundo presentes, todavía no puedo creer qué fans tan dedicados tenemos”, escribió en un mensaje de Año Nuevo lleno de emociones.

“Siento que éste ha sido el mejor tour que hemos tenido en nuestra carrera, la banda nunca había estado tan sólida y Ville está cantando como un ángel, es realmente un placer subir al escenario cada noche”, remató.

Sea, Gas, que tienes toda la razón y lo has dicho todo en tan poco.

Y es que es eso, ver a tu banda favorita resurgir y luego verlos re consolidarse, saber que siguen contigo luego de momentos de crisis, crisis por ambas partes. Que ellos nunca te dejan, que tú nunca los dejas, y que seguirlos es ya una demanda de tu alma, porque se trata de seguirte a ti, desde lo que buscas, lo que disfrutas, lo que vives, lo que amas, lo que eres.

Bien dicho Gas, pero déjame agregar que de este lado, desde abajo del escenario, es también un placer. Gracias, siempre.

2 respuestas a “Helldone On The Road Review”

  1. ¡Wow! No sabes cuanta emoción me da leer tu entrada, la descripción de cada una de esas noches me hace morir de ganas por tener esa experiencia pero sé que así como esperé tanto tiempo su regreso a México, también llegará mi momento de disfrutarlos en el Helldone.
    Un saludo desde Yucatán.

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  2. Ps como siempre, aquí tienes a una enamorada de lo que escribes… Gracias por tomarte el tiempo de escribir esto. La verdad es que, con cada palabra logras que por un segundo este ahí. Saludos Kari. Te admiro y un montón.

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