Ver a Lacuna Coil en vivo es una experiencia emocional cuidadosamente orquestada. Y para mí, una de esas citas inevitables. El año pasado tuve la oportunidad de verlos en el Roundhouse de Londres, antes del lanzamiento oficial de su último álbum, cuando ya probaban parte del setlist que hoy domina su Sleepless Empire Tour 2025. Aquella presentación me dejó la sensación de que el grupo estaba entrando en una nueva etapa —más cohesionada, más teatral, más poderosa—, y no pensaba perderme la oportunidad de comprobarlo en Finlandia.

Sorprendentemente, el itinerario de esta gira no incluía Helsinki, lo que implicó algunos trenes y autobuses rumbo a Jyväskylä y Tampere. Pero si alguna banda merece esos desplazamientos en pleno otoño nórdico, es esta. Después de todo, subirme a un par de trenes era apenas una travesía más en el mapa de mi historia con ellos.

La cita en Tampere fue una de las más esperadas del tramo noreuropeo. El recinto —una bodega histórica convertida hoy en sala de conciertos— tiene un encanto particular: techos altos, iluminación cálida y una acústica que favorece los contrastes entre las secciones más melódicas y los pasajes más pesados. A las 20:10, luego de la acertada presentación de Nonpoint, las luces anunciaron el arranque con “Layers of Time”, seguida de “Reckless”, un despliegue que estableció el tono de la noche: intensidad y entrega.

Las transiciones entre canciones fueron precisas; los cambios de luces, perfectamente sincronizados con las dinámicas musicales; y el vestuario —negro, rojo, con detalles góticos y simbología de su sello— subrayaron el carácter casi ritual del show. Cristina Scabbia y Andrea Ferro dominan el escenario como dos polos opuestos en constante diálogo: ella, elegante y poderosa, proyectando cada verso con carisma; él, energético, impulsando al público a responder con gritos y puños en alto.

La banda se mueve con una complicidad natural. No hay rigidez ni automatismo: cada mirada entre ellos, cada sonrisa o gesto compartido da la impresión de estar presenciando una reunión de familia más que un concierto de metal. Ese ambiente también permeó hacia el público finlandés, tradicionalmente reservado, que se fue soltando poco a poco hasta convertir el recinto en un coro colectivo en “Heaven’s a Lie” y “Swamped XX”, dos clásicos reversionados con una fuerza renovada —aunque vale la pena decir que la primera, con arreglos distintos, provocó en la audiencia uno que otro gesto de extrañeza.

El setlist fue una travesía por las distintas etapas de la banda: desde los temas más recientes como “Hosting the Shadow”, “Kill the Light” e “In the Mean Time”, hasta los himnos que les han acompañado como identidad desde hace más de dos décadas. Cada bloque del concierto parecía diseñado para mantener el equilibrio entre el antes y el ahora, con un flujo perfectamente medido. La sección central, con “Die & Rise”, “Spellbound” e “In Nomine Patris”, fue un despliegue de energía pura, marcada por cambios de guitarra precisos y un trabajo de luces que acompañaba los golpes rítmicos como relámpagos en sincronía.

El público respondió con una mezcla de respeto y entusiasmo contenida, típica del temperamento local, pero notablemente participativa. En un país donde los asistentes suelen observar en silencio hasta quedar convencidos, Lacuna Coil logró romper esa barrera emocional con cercanía y sinceridad. Cristina dedicó varias palabras de agradecimiento, y Andrea no dejó pasar la oportunidad de animar a los asistentes a levantar los brazos y corear. Para los estándares finlandeses, la conexión fue intensa.

El sonido en Tavara Asema destacó por su claridad y balance: las voces de Scabbia y Ferro se entrelazaron sin perder definición; el bajo sostuvo un cuerpo denso pero nítido, y la batería —con un punch preciso— reforzó la potencia de cada crescendo. Todo apoyado por un equipo técnico que no deja nada al azar: los italianos viajan con una producción sólida, en la que la estética visual y el sonido se entienden como parte de un mismo lenguaje.

Tras el último bloque antes del encore, con “Gravity”, “Oxygen” y la demoledora “N.S.I.O.W.”, el público pidió más con convicción. La banda regresó entre vítores para ofrecer una recta final que reafirmó por qué siguen siendo uno de los nombres más consistentes del metal europeo: “The Siege”, “I Wish You Were Dead” y la inevitable “Swamped XX”, seguida de “Never Dawn”, su más reciente declaración de principios.

Casi hora y media de concierto que pasó en un suspiro. Lo que distingue a Lacuna Coil no es solo la fuerza de sus canciones, sino su capacidad de convertir cada show en una experiencia emocional compartida. Hay teatralidad, sí, pero también cercanía; hay oscuridad, pero también una energía humana y cálida que trasciende idiomas y fronteras.

Salir de Tavara Asema aquella noche fue hacerlo con la certeza de haber presenciado a una banda en su punto más maduro, con el fuego intacto y la convicción de seguir reinventándose sin perder su esencia. En el corazón del frío finlandés, Lacuna Coil demostró una vez más que su imperio insomne sigue muy despierto.


Voces que inspiran, silencios que incomodan

La noche anterior, en el concierto de Jyväskylä, hubo un detalle que me llamó la atención: por un momento, en primera fila éramos solo mujeres, de distintas edades y estilos. Fue una imagen poderosa. Pensé en todo lo que representa una banda como Lacuna Coil, con la voz de una mujer que canta sobre no temer, avanzar con fuerza y romper esquemas. Esa energía se percibe como una fuente de inspiración para muchas.

Sin embargo, ese instante casi simbólico se quebró cuando, a mitad del show, un hombre interrumpió a Cristina con un comentario sexista. Un recordatorio incómodo de todo el trabajo que, incluso en pleno 2025, queda por hacer dentro de la escena del metal —y fuera de ella.

Aun así, Cristina Scabbia respondió con una elegancia admirable, transformando la incomodidad en fortaleza sin perder la conexión con el público. Su presencia, serena pero firme, volvió a demostrar por qué su figura trasciende el escenario y se convierte en ejemplo de resistencia y liderazgo.

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