En apenas su tercera edición, el Hellsinki Metal Festival irradia el entusiasmo inconfundible de un evento joven que ya comienza a mostrar los frutos de su ambición. Desde el momento en que uno pone un pie en el recinto queda claro que este festival no es solo otra parada en el calendario veraniego de eventos musicales, sino una declaración de intenciones y celebración del metal; un espacio donde la comunidad se reconoce, se fortalece y proyecta al mundo la singular voz de la escena finlandesa.
De acuerdo con las cifras oficiales, un total de 16 mil personas llegaron los días 8 y 9 de agosto al Helsinki Ice Hall, ese recinto inmutable en el paisaje urbano que, ese fin de semana, latió vibrante y distinto. La arena, que suele pasar desapercibida en la rutina de la capital finlandesa, se transformó en el epicentro de los fans más intensos y apasionados del metal.
No hay que obviar que parte de lo que distingue al Hellsinki Metal Festival es, sin duda, la curaduría de su cartel. A diferencia de otros festivales que apuestan por fórmulas previsibles, este evento empuja desde dos frentes: por un lado, consentir a los nostálgicos y a los más trve del género con referentes indiscutibles del metal en sus distintas ramas, y, por otro, abrir espacio a propuestas jóvenes y frescas, como los chilenos Decessus, quienes trajeron su brutalidad desde el otro extremo del mundo para arrancar dos días de intensidad metalera.
Día 1
Una ventaja de que el festival arranque un viernes es poder cerrar la semana con la fuerza del metal en vivo; la desventaja, claro, es que los horarios laborales de adulto promedio hacen casi inevitable perderse a las primeras bandas del itinerario. Entre ellas, las enérgicas finlandesas kawaii Rabbit Cult, los propios Decessus o los experimentados Heavy Metal Perse, que abrieron la jornada. Nosotros nos integramos al festival a partir de Warmen, donde vimos congregarse a las primeras multitudes frente al escenario principal.
La agrupación liderada por Janne Wirman (conocido por su legado en Children of Bodom) se presentó con la solidez de una banda que conoce bien los terrenos que pisa: teclados filosos, melodías poderosas y un set que osciló entre lo nostálgico y lo incendiario. Su presencia no solo activó al público, sino que también evocó la memoria de una escena que sigue siendo referencia mundial en el metal melódico finlandés.
El cantante y guitarrista Petri Lindroos, conocido por Ensiferum, entre otros proyectos, hizo más que un buen papel, su actuación que incluyó interpretar el cover de “Hate Me!”, le dio al público un momento memorable, una mezcla de tributo y continuidad que convirtió la prersentación en un instante cargado de emoción para quienes todavía sienten muy vivo el legado de Children of Bodom.
En el escenario dos, Kiuas regresaba tras años de ausencia, sorprendiendo incluso a quienes los recordaban en su apogeo. Su mezcla de power y folk metal encontró eco inmediato entre los asistentes, que celebraron cada estribillo como un himno resucitado. Fue un inicio que dejó claro que este primer día no guardaría nada, entregando de entrada la primera gran dosis de emoción colectiva.
Kiuas





Warmen










Con el ambiente ya encendido, llegó el turno de Candlemass, pioneros absolutos del doom. Su presentación fue un viaje denso y monumental. La voz retumbaba solemne mientras los asistentes se sumergían en esa liturgia oscura que solo los suecos saben invocar. Era imposible no dejarse arrastrar por el magnetismo de clásicos que siguen sonando atemporales, como si el tiempo no hubiera pasado.












Antes de pasar al siguiente acto, nos dimos una vuelta rápida por el escenario tres para ver a Gost, proyecto estadounidense de dark synthwave liderado por James Lollar, también conocido como Baalberith. Su propuesta, que combina beats electrónicos retro con guitarras agresivas fue un contraste refrescante dentro del cartel.


De regreso al escenario dos, Kanonenfieber hizo su debut en Finlandia con un show que resultó tan impactante como su concepto. Ataviados con uniformes militares y envueltos en un aura bélica, ofrecieron una descarga feroz de death metal narrado desde la crudeza de la Primera Guerra Mundial. Sus canciones, inspiradas en cartas y testimonios reales de soldados, dieron forma a un espectáculo brutal que no solo golpeaba por su potencia sonora, sino también por la densidad histórica que lo acompañaba. La respuesta del público fue inmediata: entre sorpresa, respeto y la inevitable sacudida de cabezas al ritmo de cada riff.













La tarde avanzaba con nombres pesados como Dismember y Forbidden, seguidos por Fear Factory, quienes sin duda eran parte de los grandes atractivos del viernes. Sin embargo, esta vez no hubo acceso al foso para todos los fotógrafos, y solo unos pocos elegidos pudieron registrar su presentación desde la primera línea. Ante esa restricción, esta reportera optó por hacer una pausa y refugiarse en la sala de prensa, donde entre laptops, cables y tazas de café se cocinaba otro tipo de jornada: la del intercambio entre colegas. Entre charlas rápidas, edición de imágenes y el murmullo de las bandas sonando de fondo, el festival siguió su curso mientras encontrábamos un respiro tras varias horas de intensidad.

Tras la breve pausa y mientras la banda sueca de death metal Dismember desplegaba con precisión un setlist al que los fans respondieron con cabeceos sincronizados, puños en alto y sonrisas invertidas, Forbidden, desde Estados Unidos, ofreció un thrash técnico y vertiginoso. Su agresividad sonora era curiosamente contrastante con la actitud de sus miembros en el escenario: el actual vocalista, Norman Skinner, se la pasó saludando y sonriendo entre temas, y ese contraste no pasó desapercibido; el sonido era pesado y agresivo, pero él parecía un osito de felpa gigante, mandando abrazos a sus fans.
Dismember






Forbidden









El cierre de la jornada llegó con los pesos pesados del metal nórdico y escénico. Old Man’s Child desplegó su blackened power metal con riffs afilados y atmósferas oscuras que calaron profundo en los fans más devotos. King Diamond convirtió su actuación en un espectáculo teatral de metal, con luces, disfraces y cambios de personajes que atrapaban a todos los asistentes. Finalmente, Moonsorrow llevó la épica a otro nivel, envolviendo al público en paisajes sonoros oscuros y melódicos que recordaban a un bosque ancestral lleno de misterio y fuerza. Así, el primer día del Hellsinki Metal Festival terminó tal como había comenzado: con pasión desbordante, nostalgia para los veteranos y emoción para quienes descubren nuevas sensaciones en cada acorde.
Old Man’s Child






King Diamond












Moonsorrow








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