El día en que más necesitamos bloqueador solar. La temperatura de ese sábado 10 de junio en Donington Park llegaba casi a los 30 grados Celsius, el polvo dominaba sobre las áreas de pasto y los caminos de piedras complicaban el traslado entre un escenario y otro, piedras traicioneras que hacían tropezar a esos pies ya cansados pero aún con fuerzas para disfrutar del tercer día de festival.
El camino del hotel al circuito festivalero ya nos parecía corto, tomamos el bus de dos pisos para nuestro destino y llegamos a tiempo para ver en el Opus Stage a Motionless in White, quienes se presentaron de manera sencilla pero contundente ante miles de personas que les siguieron el ritmo, debo decir que suenan con fuerza en vivo y que el vocalista Chris Cerulli es cautivadoramente poderoso.
Lo que motivaba a mi corazón ese fin de semana era Placebo. Decidí renunciar a Disturbed que también estaba en mi lista por ver; aunque según me contaron, no me perdí de mucho; Disturbed hizo su presentación en el escenario principal en donde el sonido falló, los monitores para los vocalistas estaban arruinados, la zona frontal de la pista en donde se concentraron los fans que querían ver de cerca resultó ser una mala elección, los ahí reunidos tuvieron que padecer del mal sonido. Una pena, desde lejos se escuchaba decentemente aceptable.
Yo permanecí en el Opus Stage a la espera de conquistar un mejor sitio para ver a Brian Molko y Stefan Olsdal, para ello, tuve que recetarme el show de Simple Plan, y es que SP es uno de mis menos favoritos de la historia, vi el momento de su concierto como mi oportunidad para irme colando a la barricada, su show parecía divertido para sus seguidores, quienes jugaban con pelotas gigantes, coreaban canciones de adolescentes incomprendidos y hasta bailaban al ritmo de dos botargas de Scobby Doo en el escenario.
Al término de los Güelcomtomailaif, cientos de rostros contentos se dieron la media vuelta y abandonaron el espacio, yo me abrí paso entre «con permisos» y logré colocarme en la valla, ¿en la valla? sí, ¡en la valla! ¡vería a Placebo desde la primera fila! Esto, amigos, no lo habría logrado si no fuera un festival donde además se practicó aquello que le llaman «respeto al espacio personal».
La agilidad con la que preparaban el escenario entre cada show era magnífica, la gente de seguridad nos mantenía hidratados con vasitos de agua que ofrecían en todo momento, cuando me di cuenta faltaban escasos cinco minutos y en lo que pareció un parpadeo comencé a escuchar Forever Chemicals y vi salir a los músicos de la parte de atrás del escenario para colocarse en sus respectivos sitios.
Brian y Stefan salieron vestidos de blanco, la sonrisa de Molko me recordó al instante que esta vez no habían puesto el video previo a sus shows en el que piden a la audiencia no grabar con celulares; esta polémica política que algunos artistas emplean para llamar a la gente a «disfrutar el momento». Esta ocasión no hubo tal llamado pero aún así, la mayoría de la audiencia no levantó cámara alguna, tampoco cantaron en la primera parte del setlist compuesto por tres cortes de su última producción discrográfica.
La terna de tracks para arrancar el show se integró por la ya mencionada Forever Chemicals, Hugz y Beautiful James, esta útlima, una joya.
Sentí quebrarse algo en mí cuando Molko tocaba concentrado su guitarra, la velocidad de su brazo derecho dirigiendo los acordes, sus labios en complicidad con el micrófono, las rodillas de sus pequeñas piernas flexionándose al ritmo de una de las canciones más dulces escritas jamás por su complicado y diminuto ser; una fuerza en mi interior me hizo levantar casi involuntariamente las manos, como si quisiera abrazar el cielo abierto, ese cielo donde unos rayos de sol atravesaban una espesa nube, me vi viendo al cielo y estrujando ese momento que la vida me estaba regalando, aferrándome a ese instante en común con una de mis bandas favoritas de la vida.
Bionic me sacó del trance, ahí, los saltos de mis compañeros me recordaron que seguía en tierra firme, alcancé a grabar algunos instantes, Stef y Brian al frente, con sus guitarras, siendo Placebo, siendo la mancuerna que son, la dualidad y la unidad que representan.
Twin Demons y Surrounded by Spies siguieron en la lista, para este punto, a la gente ya no le importaba si eran clásicos o canciones nuevas, se habían rendido ya ante el poder de Placebo. Aunque es cierto que con canciones como Slave to the Wage o Song to Say Goodbye, los rugidos hicieron evidente que eran de las conocidas, pasó lo mismo con For What It’s Worth, una pieza que he confirmado, una y otra vez, sigue siendo de mis favoritas en vivo, la energía que le inyectan a lo maltrecho de mi esqueleto le hacen creer a estos huesos que están más sanos de lo que realmente están, y es que sí, para mí Placebo es medicina.
Llegó entonces la sorpresa de Nancy Boy, una canción a la que habían renunciado ya hace un tiempo, el hecho de que la tocaran me hizo pensar que en efecto, la actitud de Brian Molko ha cambiado en los últimos días, o al menos a este festival llegó con ánimo y disposición, incluso, a que uno que otro necio grabásemos. Sí, no es fácil controlar a tanta gente en un fest y menos convencerlos de no sacar los celulares, pero vaya, ni un comentario irónico al respecto hizo Brian, se mantuvo sonriente, flexible, feliz.
El set fue corto, apenas una hora, pero cerró con una tríada potente: The Bitter End, Infra-red y su aplaudidísimo cover de Running Up That Hill. Al momento de despedirse recorrieron el escenario de costado a costado, tuve a Brian enfrente con sus lentes de sol, cerrando sus palmas a la altura de su pecho y dando un gran suspiro, con un suspiro parecido me quedé congelada en mi sitio por unos cuantos minutos, hasta que llegaron a abrazarme, me sentí feliz.
Qué momentos los que Placebo siempre me da. Qué viajes al pasado, al interior, al presente y a lo inminente, temible y a la vez esperanzador que es lo incierto del futuro. Me vi ahí siendo todas esas versiones de mí, la de hace 20 años que no imaginaba “mi hoy” y la de hoy que es incapaz de vislumbrar su futuro pero con Placebo de fondo, siempre, como una constante.
Ese día vimos retazos de otros shows, cerramos con el segundo concierto de Metallica al que ahora apreciamos desde la comodidad de la lejanía, el sonido del escenario principal desde la distancia era mucho mejor.
Para esta que escribe, quien no es una experta en Metallica, resultó un mejor show que el del jueves. El estruendoso setlist estuvo compuesto por más hits de esos que todos conocemos, Moth Into Flame, Whiskey In The Jar, One y Enter Sandman, por mencionar algunos, dos horas de un espectáculo que no decepcionó y que sin duda, a sus fans más acérrimos dejó satisfechos.


Deja un comentario