Ha pasado un año.

Inicié este blog y lo nutrí mayormente con anécdotas sobre mis recorridos por diversos conciertos de mi banda favorita: HIM. Sin embargo, una misteriosa fuerza me alejaba de esta ventana para venir a vertir lo que experimenté en la más intensa vivencia con la banda: su gira de despedida.

¿Quién no sueña con seguir a su banda favorita a lo largo de una gira por varias ciudades? Bueno, yo lo hacía, era un sueño en mi cabeza que convertí en plan a través de los años. Desafortunadamente, fue hasta su gira de despedida que esta meta alcanzó sus niveles más ambiciosos. Era entonces o nunca.

La logística que implica moverte de una ciudad a otra en cuestión de horas por avión, tren, autobús o avioneta, está cargada de adrenalina; en el camino sabes que, al tratarse de HIM, difícilmente encontrarás una sorpresa en el setlist, pero es el fin, así que te aferras a cada noche, a cada concierto, quieres inyectarte cada nota, cada gesto, cada mínimo detalle, en esa parte de tu corazón que guarda las cosas que nunca se olvidan.

Ha pasado un año.

Me he llamado exagerada pero sí, hay un algo en mi alma que se siente muy lleno y vacío. Atesoro destellos de esos días y también recuerdos tan sólidos que casi los puedo volver a oler, escuchar y sentir. Es la magia y la intensidad de vivir las cosas a tu medida, es cuando resuelves el acertijo de que lo que para otros es efímero, para ti puede ser uno de los capítulos más bellos de tu historia, tan así que no sabes ni cómo compartirlo y, hasta las letras te parecen insuficientes.

En fin…

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