La noche del 17 de noviembre, HIM hizo explotar a sus fans con las primeras notas de su último concierto por América y, después, los acompañó por un recorrido de 21 canciones para despedirse con suspiros, sonrisas quebradas y gemidos de resignación.
El Hammerstein Ballroom en New York registró un lleno total y HIM, a pesar de las fallas técnicas, se las arregló para ir de la mano con su público en ese camino entre gritos llenos de adrenalina y voces entrecortadas de sus seguidores tratando de hacer coro de las canciones de sus ídolos.
Tras casi una veintena de conciertos por América del Norte que incluyeron a Canadá y México, HIM puso punto final a la primera parte de su gira de despedida “Bang and Whimper Tour”.
La ropa negra de la banda y la audiencia nunca tuvo más sentido. La atmósfera en el recinto neoyorkino se percibía contrastante, entre el arranque explosivo con Buried Alive By Love y el cierre lacrimógeno con When Love and Death Embrace, los fans de los finlandeses tuvieron oportunidad de decir adiós desde sus muy individuales maneras.
When Love and Death Embrace predecía el cierre de telón, Ville Valo la interpretó con los ojos cerrados durante largos momentos, la guitarra y los versos simples de esta canción parecían dardos que iban directo al corazón.
Not with a bang, but whit a Whimper
La línea de asistentes a lo que sería la luctuosa noche con HIM en NYC comenzó desde las 5 de la mañana, se dieron cita y permanecieron en la fila con un frío despiadado, fans oriundos de la ciudad y de otras partes del país y del mundo.
El acceso arrancó poco antes de las 7 de la noche y la espera del número principal se aderezó con las presentaciones de la agrupación de industrial 3Teeth y los localmente famosos CKY.
No se hizo esperar al público más de media hora entre cada acto y, cuando el reloj marcaba las 9, los fabulosos cinco aparecieron con la misma ropa de todo el tour.
Migé, Burton, Linde y Kosmo se colocaron tras sus instrumentos y dirigieron la noche con un setlist que no tuvo mayores sorpresas. Pasaron de Heartache Every Moment a Your Sweet Six Six Six, The Kiss of Dawn y The Sacrament.
Con Tears on Tape se apaciguaron los saltos eufóricos al ritmo de un cadencioso Ville Valo que mecía sus caderas a juego con la balada homónima del último disco que HIM regaló a su público.
Llegó entonces la vitoreada Wings of a Butterfly, uno de los hits que abrió a HIM las puertas del éxito de este lado del planeta y la voz grave en Gone With the Sin invitó a las chicas a lanzar su ropa interior, más en ese ritual cómico que en una verdadera artimaña de seducción que hizo sonreír al coqueto vocalista.
La hora y media de concierto tuvo también como protagonistas a las infaltables Soul on Fire, Poison Girl, It’s All Tears y Join me in Death.
Antes del encore con Rebel Yell, la banda interpretó una atropellada Funeral of Hearts. Mientras Linde Lindstrom hacía gala de sus habilidades en las cuerdas, Ville se distrajo con una pelea entre el público y detuvo a sus compañeros para llamar la atención desde el micrófono.
Con ironía, preguntó quién había ganado y pidió seguir con el último concierto de manera pacífica, después dio instrucciones cual director de orquesta y la canción interrumpida encontró su camino hacia el final. Los gritos del público para que sacaran a la mujer ebria que comenzó la trifulca se convirtieron en coros nuevamente.
Antes, durante la primera mitad del show, el sonido se apagó. Ville dejó caer entonces el micrófono con un agresivo gesto y comenzó a gritar con la fuerza de sus pulmones que habría que ahorcar al responsable de las fallas, después hizo señas anunciando que aprovecharía el tiempo para ir al baño y se retiró del escenario seguido por sus compañeros.
Las largas piernas de Ville Valo no dejaron de bailar durante el concierto con esa elegante mesura que se interrumpe cuando dobla su cintura y se sostiene a sí mismo por la espalda, así, se dispone a soltar los gritos que requieren sus canciones con notas altas.
Parece lánguido en ocasiones y en otras nos recuerda por qué se ha dedicado más de la mitad de su vida a cantar y escribir música. Lo sigue haciendo bien pero parece que para él no es suficiente.
Sus tradicionales converse, los entubados jeans, sus característicos anillos metálicos y el beanie que le sirve para ocultar sus alborotados rizos castaños, nos siguen hablando de un personaje de ambiciones simples pero contundentes.
Ville sabe que no es el Ville de hace 20 años pero igual disfruta de ponerse delineador bajo sus ojos, sabe también que ya no quiere ser el Ville Valo que es hoy, el líder y guía de la banda que lo llevó a la fama, parece que está listo para reinventarse y, aunque no hable mucho del tema sobre el escenario, parece que también está listo para cerrar este capítulo de manera definitiva.
Las lágrimas de los fans no parecen coincidir con esa resuelta decisión. En primera fila, todos sostienen la valla de metal como si se aferraran al momento, hubo lágrimas y después sonrisas apenadas.
No, no es una metáfora, en este final hubo lágrimas confundidas, apretones de consuelo entre manos extrañas, miradas con muchos porqués, con muchos “qué sigue”, ¿cómo le dices adiós a tu banda favorita? Adivinamos que así, entre explosiones e implosiones que se sienten en el pecho.
Así, sin más que un “no es un adiós sino un GRACIAS”.


