Algo hacía falta.
La sonrisa apretada de Burton acompañó esa “explicación”. Una respuesta corta, simple, pero que venía de un lugar honesto.
Con esa frase, el teclista de HIM “explicó” cuál fue el motivo principal para que una de las bandas más grandes de Finlandia decidiera poner punto final a más de 25 años de carrera.
La reproducción de esta escena tuvo lugar una tarde dominical de verano, en Helsinki. La noche anterior, HIM había ofrecido más de hora y media de sus éxitos en vivo a alrededor de 14 mil 500 asistentes al Tuska Open Air Metal Festival.
El reconocido festival de metal anunció desde el año pasado la presencia de HIM para engalanar su 20 aniversario.
Los cierto es que cuando anunciaron a HIM como una de las cabezas del cartel, no se adivinaba siquiera que éstos tuvieran entre sus planes el no tener más planes.
“Algo hacía falta”, dijo Burton, pero no se le adivinaba tristeza, ni siquiera melancolía al revelar su respuesta. Por el contrario, lo dijo con entereza y convencimiento.
La chispa que los caracterizaba se esfumó, la gasolina que motivaba sus deseos de continuar se agotó y esta vez nadie tuvo deseos de “solucionarlo”.
La noche del Tuska
La tarde del sábado 1 de julio caía una lluvia ligera sobre Suvilahti, Helsinki; el sol se asomaba pero sus rayos no tenían ninguna fuerza. En el Radio Rock Main Stage comenzaba a congregarse el público que quería ser testigo del acto principal.
En punto de las 22:10 horas, tras las presentaciones de bandas como Soilwork y Amorphis, comenzó a sonar “Bye Bye Love”, canción de los años 50’s que hicieran popular The Ederly Brothers.
Lo que parecía un tierno y cruel chiste, hizo torcer las sonrisas de los fanáticos de HIM que, a esa hora, ya abrían sus ojos y oídos para deleitarse del plato fuerte del menú sonoro que se les había prometido.
El sol, pálido, se asomaba todavía entre nubes dispersas, ya no estaba solo, le acompañaba una tímida luna.
Luces verdes y violetas adornaron entonces la escenografía desde donde se levantó, soberbio, el icónico Heartagram metálico que ha acompañado a la banda en muchos de sus ensayos.
Los coordinados y potentes reflectores avisaron la entrada de Linde (guitarra), Migé (bajo), Jukka (batería), Burton (teclado) y Ville, el de la voz, Valo.
La potente Buried Alive by Love abrió el setlist como parece ser ya una costumbre. Le siguió Heartache Every Moment, Your Six, Six Six y Resurrection, esta última recibida con entusiasmo por parte de una audiencia que ya abarrotaba el espacio tras abandonar en su totalidad los otros dos escenarios.
Así comenzó a caer una noche que no parecía noche y un final que no parecía final.
Un ocaso sin ocaso.
Esta serie de conciertos de despedida de los que no se sabe si llamarlos Farewell o Fairwell Tour dieron inicio en España, a mediados de junio.
Sin embargo, la historia se cuenta diferente cuando hacemos una parada en el Tuska Festival, donde se reunieron casi 15 mil asistentes, la gran mayoría, compañeros de país de la banda que se despedía.
El propio Ville Valo confesó sentirse nervioso porque entre el público rondaban papá, mamá y la novia, pero bastó el cobijo de la audiencia que se mostró respetuosa, seria, casi orgullosa.
Entre el público había personas que vieron nacer a HIM, antes de que surgiera esa chispa del éxito que los llevó a conquistar otras latitudes.
Hombres de alrededor de cuarenta años que recuerdan haber visto a Ville Valo cantar covers de Type O Negative en bares pequeños, tocando puertas, picando piedra hasta abrirse camino al éxito internacional.
Se respiraba entonces esa suerte de orgullo por ser testigo y parte del último capítulo de una banda que surgió de entre ellos, de su frío y de sus noches de cervezas.

Entre uno que otro comentario de Ville en su idioma de cuna, Migé, en el bajo, hizo retumbar los amplificadores con The Kiss of Dawn, pisaba con fuerza las cuerdas de su instrumento mientras lucía dos trenzas en su barba canosa.
Migé, el amigo y cómplice, pieza fundamental, pilar creador de la agrupación, no parece mostrar hartazgo, sino dominio de la rutina en el escenario.
Otras piezas llegaron al setlist para sorprender a la audiencia, The Sacrament con Burton luciendo en el teclado y la que podríamos reconocer como himno de despedida: Tears on Tape.
Wings of a Butterfly, Killing Loneliness, Poison Girl y Wicked Game aderezaron la noche sin ser tan brillantes como Bleed Well o Stigmata Diaboli.
Stigmata Diaboli y los rasgueos de guitarra de Linde, el rubio que se hizo amigo de Valo desde los 10 años y que décadas de éxitos musicales y financieros después, no parece mostrar más ambición que la de entregarse a la música.
Piezas claves como In Joy and Sorrow, Right Here in my Arms, Funeral of Hearts y Join Me, jugaron ese papel tradicional que el tiempo les ha asignado, conectar al público no sólo con la banda, sino entre ellos. Los coros, los aplausos aletargados, el vaivén de brazos por las alturas y esta vez, las lágrimas de más de un par.
Al final de la noche, HIM entregó un equilibrado cierre, vino primero el eufórico cover de Rebel Yell y después, la melodía desoladora y a la vez llena de belleza que conforma When Love and Death Embrace.
En su viaje por 22 canciones, Ville, de negro hasta en los ojos, se desplazó si acaso dos metros a la redonda de donde estuvo colocado su micrófono, lo que no impidió que dedicara decenas de miradas y sonrisas a las personas de las primeras filas.
Quien reclame más interacción y espectacularidad en un show de HIM; debería hacer un repaso de sus expectativas, en la historia reciente de HIM, sino es que en sus dos décadas y media de carrera, no podríamos adjudicarles el rol de una banda de esas que destrozan las cervicales.
Aun cuando tienen piezas potentes, la magia de HIM se gesta en el poder de sus letras y la carga de emociones que las melodías complementan.
Lo que es innegable es que, aún cuando los mismos miembros de la banda confiesen que ya no hay chispa, ya no hay magia, del otro lado y quizá, desde una profunda subjetividad llena de amor, muchos de sus fans los siguen apreciando como músicos enteros, maduros, atrapados quizá.
El tiempo dirá si las estrellas se vuelven a alinear entre corazones y pentagramas para deleite de esas almas a las que sí que algo les hará falta.
Hola, Adiós
Sonaba todavía When Love and Death Embrace cuando Ville soltó el micrófono y lo dejó caer en el escenario.
De su figura delgada apenas y se distinguió un saludo de despedida, sus dedos puntearon el aire en ese gesto universal del adiós.
De la parte superior del monumental escenario rugieron estruendosos fuegos artificiales, el público miraba al cielo.
Sonriendo, Jukka dejaba la batería para lanzar sus baquetas, el firmamento era ya oscuro, el ruido de los juegos pirotécnicos rimaba con los aplausos que no cesaban, humo por todos lados, satisfacción y… resignación.
La relación entre HIM y sus fans terminará por ahora en una especie de «injusto», no eres tú, soy yo.
No parece haber más explicaciones ni ganas de aclarar nada, “no son ustedes, somos nosotros”, parece decir Ville con la luz de sus ojos verdes a la que no le hace sombra ni esa boina que tanto le agrada.
La “relación” no da para más por ahora, pero el amor no se acaba, el amor sabe de tristezas, de añoranzas, de dudas, el amor y la muerte saben de abrazos y saben de eternidad.
Y de eso, HIM ha dado cátedra.



Deja un comentario