No pecaron de soberbios anunciándose como la realeza y aunque no fueron de una puntualidad impecable, King of Chaos llegó la noche de ayer al escenario del Palacio de los Deportes para dar una cátedra magistral de rock y defender el título de leyendas que, si bien no pidieron, les ha sido otorgado con honores y con justa razón.
Joe Elliott, Myles Kennedy, Corey Taylor, Gilby Clarke, Steve Stevens, Glenn Hughes, Duff McKagan, Matt Sorum y Slash, anoche nombrados King Of Chaos, se presentaron como la superbanda hecha con pedazos de otras superbandas que son y de la que resultan setlists monstruosos y demoledores que para cualquiera que se diga conocedor son im-per-di-bles.
Pasadas las 8:30 que marcaba el boleto de entrada y más bien cerca de las 9:00 de la noche, las luces fuera y una modesta pantalla proyectaron el anuncio de lo que les esperaba a los reunidos en el Domo de Cobre.
Las fotografías de quienes conforman la alineación de King of Chaos hicieron gritar por ahí a los fans de Def Leppard y Billy Idol, por allá a los de Depp Purple y por todos los rincones a los admiradores de Guns N’ Roses, concretamente de su guitarrista Slash, con quienes ayer compartieron look a manera de homenaje, portando sombreros de copa con cabello rizado artificial que adquirieron a los alrededores del lugar.
La noche se abrió con ‘Highway Star’, pieza que retumbó el recinto a cargo del propio Hughes quien, con la compañía de Steve Stevens, siguió con uno de los riffs más emblemáticos de la historia del rock, ‘Smoke on the Water’, original también de Deep Purple.
Llegó entonces el turno para lucirse de Corey Taylor con ‘Do Me a Favor’ de Stone Sour que calentó gargantas y volcó a la audiencia en una poderosa versión de ‘Rebell Yell’ de Billy Idol que terminó por despertar a quienes se les olvidó cuánto les costó el vaso de cerveza y lo usaron como proyectil de su euforia y emoción
Antes de dar paso a un bloque acústico, se dejaron escuchar temas como ‘Animal’ y ‘Pour Some Sugar on Me’ de Def Leppard llevadas por Joe Elliot y el mismo Stevens. Fue entonces cuando también hizo aparición con su inconfundible estilo Slash, para formar esa impeclable mancuerna que hace con la voz de Myles Kennedy.
El set tranquilo de la noche para esos brazos que gustan de ondear por el aire y uno que otro nostálgico defensor del uso del encendedor, se conformó por ‘Mistreated’, ‘Two Steps Behind’, ‘Fall to Pieces’, una coreadísima ‘Knockin´ on Heaven´s Door’ y una conomovedora ‘Through Glass’ ejecutada con exactitud por Corey Taylor.
Las casi dos horas de concierto tenían que cerrar con una selección de 9 piezas de ésas que han definido momentos no sólo en la historia del rock, sino en la vida de millones de personas. Y así tuvimos un carrusel de memorias individuales ambientadas por ‘Burn’ de Deep Purple, ‘Heroes’ de David Bowie y de Led Zeppelin ‘Communication Breakdown’ y una ‘Immigrant Song’ que seguramente hizo llegar hasta la avenida los agudos de Myles Kennedy y los aplausos de quienes lo escucharon.
Con Slash zapateando como sólo él lo sabe hacer y alternando la guitarra principal con Stevens, tuvimos también los puntuales golpeteos en la bateria de Sorum, el bajo preciso de McKagan, la guitarra ritimica e imparable de Clarke y una constante batalla de voces a cargo de virtuosos en la materia.
Transcurrieron sin percances de sonido las más de 20 canciones, hasta que irónicamente se escaparon algunos errores en una de las más esperadas ‘Sweet Child of Mine’, que bien se resolvieron a tiempo para cerrar la velada con ‘Paradise City’, misma que provocó un micro terremoto en los cimientos del Palacio de los Deportes, las pisadas del público para hacer temblar el suelo eran la despedida a una agrupación pensada para eso justamente, para hacer vibrar.
Y así, el buen resultado de echar a la licuadora covers estratégicamente elegidos y de paso ejecutados por músicos que no podrían ser mejores en lo que hacen, se vio emotivamente recompensado por un público que si al principio no parecía tan nutrido, fue el suficiente.
Al caos provocado por estos iconos bien llamados Reyes del Rock and Roll le cupo la calma, el disfrute, el goce traído con notas creadas ya hace décadas que no se van, y que al contrario, se quedan. Y el compañerismo y admiración que proyectan entre ellos no hizo más que engrandecer una noche que sirvió de lección y recordatorio de que la música bien hecha lejos de apagarse se refresca y se convierte en himno, en historia, en leyenda.
Texto Karina Coss Foto: Perla Rabiela para WARP http://warp.la/gig/kings-of-chaos-en-el-d-f



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