Por Karina Coss

Ya se les hizo costumbre encontrarse. La banda finlandesa The Rasmus voló horas para reunirse una vez más con una de sus bases de fans más sólidas del mundo, las y los mexicanos. Llegaron el viernes al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y fueron recibidos con los mismos gritos que al día de hoy no han parado.

Así, inició su fin de semana por la capital del país justo ayer, con una jornada intensa que incluyó entrevistas con los medios locales, M&G’s con algunos de sus admiradores, sesiones de chats con revistas de música y la culminación: una firma de discos al sur de la ciudad que convocó a más de mil seguidores.

No les importó la baja temperatura ni la insistente lluvia, hubo quienes llegaron desde la madrugada a formarse para alcanzar uno de los 500 brazaletes previamente anunciados por la tienda de discos, su pase al templete que se montó para recibir a Aki, Pauli, Eero y Lauri ya entrada la tarde.

Antes, en el restaurante bar Tennessee de Polanco, la banda se reunió con 20 ganadores de dos concursos para platicar también vía chat con otros fans del mundo, en una sesión organizada por la revista Rolling Stone México.

En 30 minutos hablaron de la importancia de conectarse emocionalmente con sus fans a través de la música; de cómo han estado juntos por tantos años, de lo impresionante que fue para ellos verse por primera vez en un poster de revista y de la inminente fama y la calma con la que se la han tomado.

También platicaron sobre lo trascendente que es creer en tus proyectos, –como ellos y su persistencia en la banda desde que no eran más que un grupo de adolescentes con el mismo sueño–, y su interés por visitar de nuevo México, quizá como parte de algún festival con otros grupos de rock.

En ese mismo espacio, -una sala acondicionada para grabar el videochat-, hubo también tiempo para que los fans se acercaran a darles regalos, tomarse fotos y platicar por un par de minutos.

Fue más tarde que el ánimo de los integrantes, a pesar de estar un tanto cansados, no decayó, sino todo lo contrario, al enfrentarse a la multitud que los esperaba en Plaza Cuicuilco para llevarse más que un disco firmado, ese momento único que cada quien se graba de recuerdo.

Lauri saltó a la mesa de firmas y con esa misma ligereza saludó con ambos brazos levantados a todos los que alcanzaban a verlo; Eero tomaba fotografías con su cámara profesional y su rostro sereno, Aki y Pauli sonreían, uno con más aparente emoción que el otro.

Tras hora y media y cientos de alegrías repartidas, los chicos se abrazaron por la espalda y con una reverencia se despidieron de sus fans que, sin temor a equivocarme, puedo decir que para más de la mitad no se trató de su primer autógrafo de The Rasmus, pero sí de una muestra más del amor y lealtad que se tienen los unos con los otros.

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