Por Karina Coss/Noviembre 2012/Fotografía Germán García

Empezaba octubre cuando los seguidores de Nightwish se enteraron, a través de un comunicado oficial, de otro cambio en la alineación de la banda finlandesa. De nueva cuenta, la vocalista sería reemplazada y a la eterna controversia entre fans de Tarja Turunen y Anette Olzon, se sumaban las nuevas opiniones y expectativas sobre la entrante y sorpresiva responsable de cantar el repertorio de la agrupación, la holandesa Floor Jansen.

El cambio se hizo en medio de una gira con boletos ya vendidos, entre los que se incluían las dos fechas de México en el Teatro Metropolitan para el mes de noviembre. Y aunque los admiradores de las dos antiguas vocalistas sabían que Floor no era ninguna novata, las ganas de unos por oir a Anette se tuvieron que apagar al tiempo que los fans de After Forever se entusiasmaron por escuchar a una voz ya conocida al frente de Nightwish.

La prueba fue superada. La noche del 28 de noviembre, los miles de asistentes reunidos en el teatro que se localiza en el corazón de la Ciudad de México, escucharon un concierto en el que la única queja fue la duración, poco menos de 90 minutos, insuficientes para una trayectoria de la marca de estos muchachos.

Storytime, Dark Chest of Wonders y Wish I had an Angel, retumbaron el recinto e hicieron a los adoradores del metal sinfónico odiar un poquito la imposición de las butacas. Aunque bello, el Teatro Metropolitan no es el mejor amigo del desenvolvimiento de un fan del rock, por muy melódico que éste se presuma.

La fuerza vocal no descendió con Amaranth o I want my tears back, y la música, como es tradición para Nightwish, impregnó hasta el último rincón del lugar y de cada cuerpo. La intervención del multiinstrumentista Troy Donocley con los sonidos de la flauta y la gaita irlandesa, terminó de ponerle el toque a la noche, ese tipo de noche que Nightwish sabe narrar a manera de cuento fantástico, trágico, dramático, novelezco.

Planet Hell y Ghost River completaron el repertorio ejecutado por Emppu Vuorinen y su potente guitarra; Jukka Nevalainen en la imparable batería, y el icónoco Marco Hietala que, con su bajo y precisas aportaciones vocales, hace que el público le preste la suficiente atención como para pararse a darle crédito a su aspecto vikingo con todo y barba rubia trenzada.

Mención aparte, merece Tuomas Holopainen, que aunque discreto en su ejecución tras los teclados, acapara miradas cuando el reflector lo enfoca, y es que imposible no tener en mente que es el responsable de la escencia lírica de la banda, si una canción de Nightwish te ha hecho llorar, gritar o menear la cabeza, no puede uno más que prestarle varios minutos a la búsqueda de ese gesto que nos avise de dónde le sale la inspiración. Su rostro es sereno y a veces sonriente rayando en lo torcido, y es quizá cuando se eleva sobre las puntas de sus pies, cierra los ojos y doma a sus instrumentos con una suerte de caricias, cuando podemos darnos una idea de la procedencia de su talento, ahí, dentro de su pecho.

Habrá que decir que la interacción con la audiencia fue insípida, Marco y Floor fueron los únicos que dedicaron algunos saludos a los que conformaron el casi sold out de la primera fecha, Jansen invitó constantemente a las palmas, fue quien sonrío por el recibimiento y quien agradeció la ovación por su desempeño en Nemo. Fue ahí cuando supo que ante sus expectantes evaluadores, pasó el examen y con 10.

Floor no imita a nadie, es altísima y fuerte de cuello y parece que su cabello es otra de sus formas de expresión, lo cepilla regularmente tras bambalinas para luego colocarse ante un ventilador de piso ubicado al centro del escenario que tiene como función darle un efecto dramático a su peinado, mismo que temrina sacudido en interminables círculos dignos de romper records de mareos entre los headbangers metaleros más avanzados.

La gira de Imaginaerum, el disco más conceptual de la banda hasta ahora y el mismo que da título a la actual gira mundial que los trajo a nuestro país, deja entre las dudas sobre la permanencia de su actual vocalista y la salida de la última, una certeza: sea cual sea la dirección que Nightwish tome, será seguramente una ruta hacia ese espacio donde se abrazan el caos y la calma, la fuerza y la dulzura, esa especie de experimento con los sentimientos y pensamientos, mundanos y divinos, que sólo los corazones de los músicos atormentados nos saben entregar.

 

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